Todo el mundo sabe lo que es un tebeo, una historieta, un comic. Es una historia que se cuenta por medio de una serie de dibujos en forma de viñetas y que la mayoría de las veces (pero no siempre) contienen textos. Estos textos pueden ser textos narrativos, en los que se cuentan cosas importantes para entender la historia (pero cada vez se usan menos) y textos de diálogo, en los que se escribe lo que dicen los personajes. Estos diálogos vienen en espacios generalmente de forma ovalada llamados “bocadillos” o “globos” a los que se añade un "rabito" que señala al personaje que está hablando. Se utilizan también muchas veces onomatopeyas, o sea palabras que expresan sonidos, como el silbido del viento, el rugido del motor de un coche, el ladrido de un perro, etc. Todos éstos son recursos que ayudan a que el lector se introduzca y se vea envuelto en la historia, igual que pasa en el cine.
Y es que el cine y el cómic tienen mucho en común, y utilizan muchos recursos parecidos, pues en los dos casos se trata de contar historias por medio de imágenes, sólo que en el cine (y en la televisión) las imágenes tienen movimiento y los personajes hablan, mientras que en los tebeos sus autores se valen de trucos para simular el movimiento, el sonido, los diálogos, y darles mayor sensación de realismo.
Los tebeos tienen su origen en los relatos ilustrados tradicionales del siglo XIX, en las "aleluyas" o tableros con dibujos que contaban historias que, hasta no hace muchos años, se veían en las ferias, y en tradiciones aún más antiguas en las que la imagen, o una serie de imágenes, formaban una historia: Es el caso de los tapices medievales, como el famoso Tapiz de Bayeux, que cuenta la conquista de Inglaterra por los normandos en la Edad Media, los bajorrelieves grecorromanos, hindúes y asirios y hasta los jeroglíficos egipcios.
El cómic propiamente dicho nació en Estados Unidos a finales del siglo XIX, en los suplementos dominicales en color de los periodicos, cuando se empezaron a utilizar los "globos" o "bocadillos" para escribir los diálogos de los personajes. En Europa se adoptaron también para dar más agilidad a los relatos ilustrados tradicionales, que se publicaban en revistas dirigidas habitualmente a la infancia.
Nuestro país es uno de aquellos en los que este medio de expresión ha tenido una tradición más importante en nuestra historia reciente. La palabra "tebeo" procede de una de las más famosas y antiguas revistas españolas de historietas, el TBO, nacido en 1917, y que pasó a denominar a todas las revistas del género y, por extensión, a esta forma narrativa. "Historieta", como su nombre indica, denomina a una historia corta y simple, como al principio lo eran estas historias, que contaban casi siempre una anécdota, generalmente cómica (por eso la palabra inglesa comic), que se contaba en unas pocas viñetas.
Con el tiempo, por la influencia constante del cine y la necesidad de evasión por parte del público, a causa de las crisis ecónomicas, los conflictos sociales y las guerras de la primera mitad del siglo XX, el género se diversificó, y además de las historias cómicas aparecieron los relatos de aventuras. Éstos se publicaban por episodios en las revistas y continuaban semana tras semana, dejando casi siempre a los protagonistas, en la última viñeta, en una situación angustiosa (por ejemplo la novia del protagonista que se caía en un foso lleno de leones hambrientos), y así dejaban en vilo al lector obligándole a comprar la revista la semana siguiente para saber cómo continuaba la historia y qué le pasaba a los protagonistas.
En España, tras la Guerra Civil, tuvimos una época de miseria generalizada, de represión política por parte del régimen de Franco y por tanto una gran necesidad de evadirse de la triste realidad. Los tebeos se hicieron aún más populares, y adoptaron sobre todo dos formatos diferentes:: por un lado estaban las revistas de siempre, que contenían sobre todo historietas cómicas, con dibujo humorístico o caricaturesco, de una o pocas páginas, pero que muchas veces traían también historias "serias", es decir con un estilo de dibujo más o menos realista, que podían ser historias cortas, que empezaban y terminaban en el mismo tebeo, o bien historias por episodios, que tardaban semanas o meses en terminarse (las más famosas fueron el mencionado TBO, PULGARCITO, CHICOS, JAIMITO, PUMBY...) Por el otro lado aparecieron los cuadernos de aventuras, casi siempre de formato apaisado (al contrario que las revistas que eran de formato vertical), en los que se publicaba una sola historia, y que se titulaban con el nombre del protagonista (El Guerrero del Antifaz y El Capitán Trueno fueron los más célebres). A veces la historia empezaba y terminaba en el mismo cuaderno (solían tener unas 10 páginas más la portada, a veces más), pero lo normal era que la interrumpieran en un momento de gran emoción y que continuara en el siguiente número, muchas veces creando historias larguísimas e interminables que a su vez enlazaban con otras, de forma que el lector siempre quería saber qué iba a pasar a continuación. Aunque la historia se publicaba en blanco y negro, la portada siempre era en color, y representaba una escena de mucha fuerza e interés sacada del interior del tebeo, anunciando así a los lectores (es decir, a los posibles compradores) lo que iban a encontrar dentro. De los muchísimos personajes publicados en aquellos años, unos de mucha calidad, otros menos, algunos muy malos, destacaron muchísimos, pero, en el género cómico los que llegarían a ser más famosos sería Mortadelo y Filemón y el género realista El Capitán Trueno; que tendrían tanto éxito que siguen publicándose en el día de hoy.
El mercado español sufrió una serie de importantes cambios a finales de los años sesenta y, sobre todo, durante los setenta, debido a factores sociales, económicos y políticos. Por una parte el mayor poder adquisitivo de los españoles permitió a los editores publicar ediciones más caras y lujosas, en contraposición al tebeíto o cuaderno de pocas páginas, barato y de papel malo habitual hasta entonces (y que muchas veces no se compraba, sino que se cambiaba, por poco dinero, por otro, también de segunda mano, en casi cualquier kiosco o puesto de chucherías), lo que abrió el camino, al principio tímidamente, a la aparición del álbum estilo europeo. Ëste consistía en un libro de historietas que generalmente contenía una sola historia más o menos larga, desde unas 48 ó 64 páginas (las tradicionales del mercado franco-belga donde nació) en adelante, la mayoría de las veces encuadernado en tapa dura. El primer personaje con este tipo de publicación fue Tintin, el héroe por excelencia del tebeo europeo, que abrió el camino a la introducción en España, primero a través de las revistas, después poco a poco con los álbumes (que generalmente reeditaban, completas, historias que se habían publicado antes por episodios en revistas semanales) de las historietas francesas y belgas: Astérix, Blueberry, Lucky Luke, Los Pitufos y otros muchos más se convirtieron en pocos años, y desde entonces, en éxitos de ventas asegurados en nuestro país.
Casi al mismo tiempo llegaron los americanos. Hacía muchos años que se publicaban reediciones españolas de los héroes del cómic de los periódicos americanos, como El Príncipe Valiente, Flash Gordon o El Hombre Enmascarado. Pero entonces dr produjo, a través de ediciones mejicanas, la llegada del comic-book (parecido al cuaderno de aventuras español pero en formato vertical y a todo color), que además de historias de aventuras de las siempre, desde personajes del Oeste a aventuras históricas o policiacas, trajeron un fenómeno nuevo: los superhéroes, empezando por Superman y Batman. Pero la implantación del género y del nuevo formato vendría (también desde finales de los sesenta) con la llegada de los más modernos superhéroes de la editora Marvel, personajes que conectaban mucho mejor con los adolescentes españoles de la época: Spiderman, Los 4 Fantásticos, Thor y muchos héroes más, con poderes increíbles y vestidos con trajes de mallas y vistosos colores. Al principio se publicaron en horribles ediciones en blanco y negro que remontaban los dibujos para poder adaptarlos a un nuevo formato, lo que entonces se llamaba "novela gráfica para adultos", que eran cuadernos de historietas de más páginas, casi siempre sin personaje fijo, de diferentes géneros (de guerra, del Oeste, policiacos, de espías, de ciencia-ficción) imitando a las populares novelitas "de a duro" de aquella época, pero en forma de tebeo. En los setenta los superhéroes empezarían a publicarse en color y a tamaño más grande, acaparando desde entonces buena parte del mercado, a costa del tebeo español de siempre.
La muerte del dictador Franco y la llegada de la democracia trajeron una mayor permisividad y la llegada de un gran número de tebeos extranjeros cuyo contenido (dirigido a un público adulto, no al infantil-juvenil tradicional) había hecho que hasta entonces no se pudieran publicar en España. Así nació la revista TOTEM, que, de golpe, presentó en nuestro país héroes comprometidos políticamente como Corto Maltés, historias cargadas de erotismo como Valentina, y los experimentos gráficos y narrativos de la vanguardista revista francesa METAL HURLANT, con series como Arzach o El Garaje Hermético. Y luego vinieron muchos más. De pronto, el tebeo pasaba de ser un entretenimiento para niños a ser algo "moderno" y bien visto, que los adultos podían leer sin avergonzarse. Fue entonces cuando la palabra "tebeo" fue cambiada por la más moderna "cómic". Para la mayoría, "tebeo" tenía siginificado infantil, mientras que "cómic", al ser una palabra extranjera, sonaba a cosa adulta. Una tontería, ya que las dos palabras, como "historieta", significan en realidad lo mismo, y acabamos utilizando una palabra extranjera para nombrar algo a lo que la lengua española ya le había puesto nombre (en Estados Unidos e Inglaterra se llama comic, en Francia es bande-dessineé, en Portugal banda-desenhada, en Italia fumetti, en Japón es manga...)
Todo ésto contribuyó a que los autores españoles, los que dibujaban y escribían los tebeos, cobraran conciencia de sí mismos, o sea que se dieron cuenta de que eran eso, autores, artistas que tenían algo que decir, y no simples artesanos mal pagados por un trabajo sobre el que no tenían ni control ni derecho alguno. Por medio de las nuevas revistas, se dieron a conocer un gran número de autores hasta entonces desconocidos, bien porque nunca habían tenido ocasión de hacer lo que querían, o porque trabajaban desde hacía años para el extranjero: Alfonso Font, Víctor de la Fuente, José Ortiz y muchos más sacaron a relucir lo mejor de sí mismos, amparados en las nuevas libertades y en el interés del público adulto por este medio de expresión. De entre todos ellos destacó por méritos propios Carlos Giménez, especializado en historias autobiográficas, como Paracuellos, Barrio o Los Profesionales, que cuentan la vida cotidiana de los españoles durante el régimen franquista, y que en los últimos años ha escrito y dibujado la que muchos consideran su obra maestra (y una de las obras más importantes de toda la historia del tebeo español): 36-39 Malos Tiempos, la crónica de los horrores de la Guerra Civil vista a través de la vida cotidiana de una familia madrileña.
El mercado de tebeos en España cambió muchísimo en los años 80 y los 90. Pasada la moda del comic, el tebeo tradicional español fue perdiendo lectores no sólo por las muchas historietas europeas y los superhéroes americanos que se publicaban en nuestro país, sino también por las nuevas formas de entretenimiento con las que contaba ahora el público infantil-juvenil, es decir la televisión, los videojuegos y, claro está, el cine espectáculo de Hollywood con efectos especiales como nunca se habían visto. La puntilla, para el mercado infantil-juvenil, fue la llegada del fenómeno del manga, ésto es, del tebeo japonés, con un estilo propio de dibujo y de contar las historias muy distinto de los del tebeo occidental, y que tuvo un éxito arrollador en un público juvenil ya encandilado por los dibujos animados japoneses (que desde hacía años aparecían en la televisión) y por la estética de los videojuegos. A pesar de que perjudicó mucho al tebeo español, la verdad es que dentro de la avalancha del manga llegaron algunas obras muy buenas, como Akira, Crying Freeman o Monster..
Hoy en día, la situación del tebeo en España es, paradójicamente, riquísima y desoladora al mismo tiempo. Por un lado, nunca se había publicado tanto y con tanta calidad de edición, ni tantos buenos tebeos (los nuevos que van apareciendo y las reediciones cada vez mejores de los clásicos antiguos y modernos). Cada vez se publican más álbumes y comic-books, que muchas veces se recopilan en edición de lujo en tapa dura en libros de cientos de páginas y de todos los tamaños y formatos. Este fenómeno está relacionado con la aparición de las llamadas "novelas gráficas" (que no tienen nada que ver con las publicaciones del mismo nombre de los años 60) obras casi siempre unitarias (o sea que no forman parte de una serie con personaje fijo), que van dirigidas al público adulto, y que tocan toda clase de temas y géneros, estilos de dibujo y formas narrativas, exactamente igual que una novela normal, pero en forma de historieta, lo que además ayuda a atraer a nuevos lectores que nunca han sido aficionados a los tebeos. Algunas de las más destacadas de la última década han sido dos largas historias autobiográficas, Maus, de Art Spiegelman (una estremecedora crónica del Holocausto nazi, contada por el padre del autor) y Persépolis, de Marjane Satrapi (en la que la autora, que es iraní, cuenta como vivió en carne propia, de niña y adolescente, la revolución islámica de su país).
Sin embargo, las revistas casi han desaparecido, no sólo las infantiles-juveniles de toda la vida, sino las de adultos de los años 70 y 80, y sólo sobrevive ya casi nada más que el semanario de humor gráfico EL JUEVES (que lo compra el público general, es decir el que normalmente no lee tebeos). Además, el tebeo español, aunque existe, y con muchos y nuevos autores, y del que se publican muchas cosas, ocurre que no da ya para que casi nadie pueda vivir profesionalmente de él, pues además de casi no existir revistas, los libros tienen tiradas muy cortas y los autores cobran sólo un escaso porcentaje de los beneficios. Apenas hay unos pocos dibujantes profesionales que viven hoy día de ésto. Alfonso Font trabaja para Italia, el sanroqueño Carlos Pacheco dibuja historias de superhéroes para Estados Unidos, el mismo Carlos Giménez sólo sobrevive profesionalmente porque publica sus obras en España a la vez que en varios países europeos, donde es muy conocido. Pero nadie, salvo los dibujantes de EL JUEVES, vive únicamente de dibujar tebeos sólo para el mercado español.
Hay no obstante muchos autores que de vez en cuando consiguen publicar alguna obra de encargo, casi siempre financiada por algún organismo público, y por el que sí cobran al menos un importe decente por su trabajo. Por ejemplo, aquí en Cádiz viene publicándose la colección 12 del Doce, una serie de álbumes sobre la Constitución de Cádiz y la Guerra de la Independencia, encargado cada uno a un dibujante diferente. Así han aparecido, entre otros, Pinar de los Franceses, dibujado por mi padre, Angel Olivera, que lleva dibujando desde que era un crío, o Domingo de Piñata, de Fritz, que no es otro que mi tío Ricardo Olivera, también otro veterano con muchos años dibujando pero que vive sobre todo de la ilustración y el diseño gráfico que no de los tebeos, aunque los siga dibujando. También ha dibujado mi padre el libro España en Cádiz, escrito por Rafael Garófano, que cuenta, en forma de historieta, la historia de la Constitución de 1812.
Y en los colegios se sigue estimulando este medio de expresión con fines didácticos. Entre unos cuantos compañeros hicimos no hace mucho la obra El viaje de los Mutis, que nos fue publicado por la Diputación de Cádiz. A pesar de estar tan mal la situación del tebeo en España, todavía hay muchos jóvenes que sueñan con ser buenos dibujantes y narradores gráficos. Yo misma he escrito y dibujado un tebeo en colaboración con mi padre, aunque teniendo como público nuestro ámbito familiar.
Fuentes documentales:
-V.V.A.A., Historia de los Comics, Toutain Editor, Barcelona, 1982.
-COMA, Javier, Y nos fuimos a hacer viñetas, Pehthalon Ediciones S.A., Madrid, 1981.
-MARÍN, Rafael, "Los cómics en España (1968-2002)", YELLOW KID, nºs 2 al 6, Barcelona, 2001.
-OLIVERA, Angel, "El difícil arte de hacer tebeos" y "El guión de historietas y la puesta en escena", REVISTA DE LITERATURA PRIMERAS NOTICIAS nº 240, Barcelona, 2009.
-OLIVERA, Angel y MARIN, Rafael, Pinar de los Franceses, Diputación Provincial de Cádiz, Oficina del Bicentenario, Cádiz, 2011.
-OLIVERA, Ricardo y MARIN, Rafael, Domingo de Piñata, Diputación Provincial de Cádiz, Oficina del Bicentenario, Cádiz, 2011.
-GARÓFANO, Rafael y OLIVERA, Angel, España en Cádiz, Diputación Provincial de cádiz, Oficina del Bicentenario, Cádiz, 2011.
-V.V.A.A., Noticias de un pueblo amenazado. Cádiz 1810-1812. II Certamen, Oficina del Bicentenario y Eventos, Cádiz, 2011
-OLIVERA, Angel y Marta, Mamen, Jose, Tortu y Golfo en Una calavera verde y rosa. Cádiz, 2010
http://es.wikipedia.org/wiki/Carlos_Gim%C3%A9nez_(historietista)
http://es.wikipedia.org/wiki/Historieta_en_Espa%C3%B1a
http://www.tebeosfera.com/portada.php
Marta Olivera González 2º Bachillerato A
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